En 2025, la cuestión de la autoría en internet es más compleja que nunca. Con herramientas de IA como ChatGPT, DALL·E y Midjourney convirtiéndose en parte esencial de la creación de contenidos, nos encontramos en la intersección entre tecnología, legalidad y ética. ¿Quién posee los derechos sobre textos o imágenes generadas por IA? ¿Qué papel desempeña el aporte humano en este ecosistema? ¿Y cómo evalúan los motores de búsqueda este contenido híbrido? Este artículo explora el estado actual de la ética del contenido generado y sus implicaciones en SEO y derechos de autor.
Las herramientas generativas pueden crear textos e imágenes sorprendentemente similares a los creados por humanos. Pero el uso de estos resultados a menudo plantea problemas legales, especialmente en lo que respecta a infracciones de derechos de autor. Si una imagen o un párrafo se asemejan demasiado a una obra protegida, puede considerarse como trabajo derivado, incluso si fue creado por una máquina.
Midjourney y DALL·E, por ejemplo, se entrenan con enormes conjuntos de datos que pueden incluir obras protegidas. Si el contenido generado replica elementos estilísticos o compositivos de forma excesiva, los tribunales pueden interpretarlo como una infracción. Lo mismo sucede con los textos generados por GPT que reflejan contenido protegido.
Sin embargo, la legislación internacional es aún inconsistente. La Oficina de Derechos de Autor de EE. UU. no otorga actualmente protección a obras generadas por IA sin una intervención humana significativa. Por eso, es esencial que los creadores documenten su proceso y demuestren su papel activo en el resultado final.
El límite entre la inspiración y la infracción es difuso. El contenido derivado de modelos de IA puede imitar sin intención obras existentes. Como estos modelos no “saben” qué está protegido, la responsabilidad recae sobre el usuario.
En 2023 se interpusieron múltiples demandas contra empresas de IA por usar obras protegidas en sus datos de entrenamiento. Estas sentencias marcarán el rumbo legal en los próximos años. Los creadores deben ser cautelosos y usar herramientas que declaren su política de datos con transparencia.
Para reducir riesgos, se recomienda editar los resultados de la IA, citar fuentes cuando sea posible y evitar prompts que puedan reproducir obras famosas o reconocidas.
El contenido híbrido —parcialmente creado o editado por IA— requiere una clara diferenciación de roles. La intervención humana es lo que convierte un resultado genérico en algo valioso y original. Pero ¿cómo se define este aporte?
Las propias guías de Google recomiendan indicar claramente cómo fue creado el contenido: si fue generado manualmente, asistido por IA o automatizado. La transparencia no solo genera confianza, sino que también se alinea con los principios E-E-A-T (Experiencia, Pericia, Autoridad y Fiabilidad).
Demostrar una capa humana —ya sea mediante análisis, experiencias o narrativa— refuerza la credibilidad del contenido. La IA debe complementar, no sustituir, al creador.
Documenta el proceso de creación de contenido. Incluye biografías del autor con credenciales. Describe las decisiones editoriales y aporta datos verificados. Todo esto refuerza la autoría real.
En reseñas de productos, detalla cuántos artículos se probaron y en qué condiciones. En análisis, explica cómo se obtuvo e interpretó la información. Esto da peso a tus opiniones y cumple con las expectativas del lector.
Mantén un tono y estilo coherente entre artículos. Esto refleja un enfoque editorial humano y no una producción automática en masa.
Google y otros motores de búsqueda no penalizan automáticamente el contenido creado por IA. Lo que realmente importa es que sea útil, original y bien redactado. Lo fundamental es satisfacer la intención del usuario y aportar valor real.
En su actualización de 2023, Google dejó claro que la automatización no es negativa en sí misma. No obstante, utilizar IA exclusivamente para manipular rankings viola sus políticas contra el spam. La precisión, claridad y orientación al usuario siguen siendo claves para un buen posicionamiento.
En febrero de 2025, la práctica recomendada es combinar automatización con supervisión humana, produciendo contenido informativo, preciso y con propósito. Esta estrategia dual permite mantener la ética SEO y asegurar la visibilidad a largo plazo.
Las herramientas de IA deben respaldar la pericia, no fabricarla. Google recomienda destacar la autoría humana y el control editorial, sobre todo en temáticas sensibles como salud, finanzas o derecho (YMYL).
Frases como “creado con asistencia de IA” o “editado por [nombre del autor]” pueden ser útiles. Refuerzan la credibilidad y cumplen con las recomendaciones actuales.
Lo más importante es que el contenido esté orientado a ayudar al usuario. Las métricas de interacción como el tiempo en página, el rebote o los compartidos siguen siendo indicadores clave de calidad, independientemente del origen del contenido.